LOS DOMINGOS DE MI PUEBLO
Hablando de peñas y demás saraos os voy a contar la primera casa a la que acudíamos cada domingo por la tarde toda la pandilla de amigas. Sólo íbamos chicas, eh?. Pensad que yo me fui del pueblo bastante joven con 13 años más o menos, y esto era antes, pues con 11 ó 12 años supongo.
Se trataba de una casa vieja, propiedad de una de mis amigas, la cual habíamos decorado todas las paredes con los diversos pósters de cantantes y otros anuncios que pudimos reunir. También habíamos llevado cada una diversas cortinas viejas que nos dieron nuestras madres, así como cencerros y esquilas de ovejas y vacas que quitábamos a nuestros padres y abuelos, o por mejor decir tomábamos prestado.
Pues bien cada domingo después de comer nos tocaba a cada una coger un brasero de leña de la lumbre de nuestras casas para llevarlo a la habitación de dicha casa, porque hacía mucho frío. Después de pasar por la plaza a comprar chucherías en casa de Lorenza nos dirigíamos a la casa antes mencionada. Y allí pasábamos las tardes, en una de las habitaciones acondicinadas que habíamos tuneado previamente, comiendo, charlando, jugando a las cartas y escuchando algo de música con alguna radio que alguien llevaba. Bailábamos y todo nosotras solas, yo creo que para entrar en calor, aunque recuerdo el brasero y la manta para taparnos que teníamos. No veais qué tardes más divertidas pasábamos. La conversación seguro que eran los chicos que nos gustaban y eso, y los vestidos o zapatos que íbamos a estrenar por las fiestas, o las siguientes fiestas que venían....En fín cosas de chicas.
Recuerdo que allí fue también donde empezamos con algún vicio dañino, a saber el tabaco. Alguien compró un paquete de tabaco (si no recuerdo mal un Mencey) y allí nos fumamos nuestros primeros cigarrillos. Por supuesto pondríamos un fondo común para comprarlo y allí se guardaba el paquete hasta el siguiente domingo. Ya veis como nos iniciábamos en ciertas cosas. No nos debió de gustar mucho aquello de todas formas, porque creo que casi ninguna de la pandilla tenemos a día de hoy el mal hábito del fumeteo. O al menos lo hemos dejado, que todo puede ser.
Después como no había luz encendíamos algunas velas, con mucho cuidado. Y pronto para casa, porque había que merendar algo y salir pitando para el cine, que era lo único extraordinario que había en el pueblo los domingos. Y recuerdo que acudíamos casi todo el pueblo : los chicos arriba, en el gallinero, y los mayores abajo, a la sala de butacas. Era un lujo tener aquello, y creo que no supimos apreciarlo. Recuerdo que iban también muchos matrimonios, pues era al único sitio donde salían mujeres y hombres los domingos. Algunos iban también a los bares a tomar algo, pero yo creo que el cine gustaba mucho a todos. Y allí era como el sitio de reunión de mayores y pequeños. Los domingos eran días especiales.
Por cierto, ya un poco más mayor recuerdo alguna picardía que hacíamos alguna vez. En el cine y a oscuras siempre te encontrabas con alguna mano que no sabías de dónde venía y qué buscaba. Bueno, no sabías pero te lo figurabas. Siempre había algún chico de mano larga, diríamos. Bueno pues ahora confieso que para tales ocasiones las chicas solíamos llevarnos algún alfiler para pinchar la susodicha mano. Y a fe que en alguna ocasión lo utilizábamos más de la cuenta. Ya sabeis maldades de chiquillas.....
0 comentarios